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| La AdventureLetter 116|

Historias que inspiran y enseñan
LA FOTO DEL DÍA
Hoy toca película, una de calidad. Se llama "Alma Salvaje", Wild.

El libro para otra adventureletter, porque se trata de un bestseller basado en hechos reales y deberías tenerlo en tu agenda de lecturas pendientes. Más aún si esto de la aventura y la naturaleza te llama la atención.

Que te llama.

No voy a contarte nada, te dejé arriba el enlace de mi artículo y tienes tiempo para ver la película. Puedes hacerlo en ese orden, porque verás "Alma Salvaje" con otros ojos. O en orden inverso. Es lo mismo. Tiene mucho contenido.

En mi caso la he visto varias veces. No me quedan combinaciones posibles.

¿La apuntaste ya?

Pues ahora mira esta historia.


Un experto asesor de empresas en gestión del tiempo quiso sorprender a los asistentes a su conferencia. Para ello, sacó de debajo del escritorio un frasco grande de boca ancha. Lo colocó sobre la mesa, junto a una bandeja que tenía piedras del tamaño de un puño, y preguntó:

—¿Cuántas piedras piensan que caben en el frasco?

Después de que los asistentes hicieran sus conjeturas, empezó a meter piedras hasta que llenó el frasco. Luego preguntó:

— ¿Está lleno?
Todo el mundo lo miró y asintió:

—Sí.

Entonces sacó de debajo de la mesa un cubo con gravilla. Metió parte del contenido en el frasco y lo agitó. Las piedrecillas penetraron por los espacios que dejaban las piedras grandes. El experto sonrió con ironía y repitió:

—¿Está lleno?
Esta vez los oyentes dudaron:

—Tal vez no.

—¡Bien! —Y puso en la mesa un cubo con arena que comenzó a volcar en el frasco. La arena se filtraba en los pequeños recovecos que dejaban las piedras y la grava:

— ¿Está bien lleno? —preguntó de nuevo.

—¡No! —exclamaron los asistentes.

—Bien —dijo antes de coger una jarra de un litro llena de agua y verterla. El frasco aún no rebosaba:

—Bueno, ¿qué hemos demostrado? —preguntó.

Un alumno respondió:

—Que no importa lo llena que esté tu agenda, si lo intentas, siempre puedes hacer que quepan más cosas.

—¡No! —exclamó el experto—. Lo que esta lección nos enseña es que, si no colocas las piedras grandes primero, nunca podrás colocarlas después.

He ahí el problema mayor.

¿Cuáles son las piedras grandes en tu vida?

Vivimos en la sociedad de la impaciencia, una sociedad de la que se ha apoderado el urgentismo. Es un lugar donde, si no eres capaz de organizarte muy bien, tu productividad se verá reducida a mínimos y tus resultados —sean de lo que sea— serán ínfimos también.

Una vez escuché decir a un cliente que él empezaba el día «ganando»: se levantaba antes que sus clientes para hacer aquellas cosas que de verdad le terminaban dando dinero. Por ejemplo, empezaba fuerte el día con la preparación de sus presupuestos, de forma que, a primera hora, sus clientes los tenían en la bandeja de entrada para poder tomar decisiones. Empezar por recordar que lo primero que debemos hacer es lo más importante.

Es una máxima que no siempre la tenemos clara. A veces no somos conscientes de qué tareas son las que de verdad nos acercan a nuestros objetivos y qué otras nos llenan el día con una falsa sensación de productividad —aunque en realidad sean solo el soporte de las tareas de los demás—.

Un ejemplo es el correo electrónico: si dejamos que gobierne nuestro día, sin duda, no haremos otra cosa. Además, el correo nos suele hipnotizar con la sensación de recompensa inmediata por haber completado una tarea.

Ahora bien, estar ocupado no significa ser productivo. En economía se habla de «coste de oportunidad» para hacer referencia a los beneficios a los que renunciamos cuando decidimos colocar la inversión en un lugar en vez de en otro.

Con nuestro tiempo siempre estamos tomando decisiones que implican un coste de oportunidad: dónde colocamos nuestros minutos y nuestras horas. Podemos asignar ese tiempo a trabajos más productivos, con mejores resultados a corto, medio y largo plazo.

Pues aquí aparece nuestra primera responsabilidad, proteger nuestro tiempo, y esto depende de nosotros más que del resto del mundo. No pongamos excusas baratas, pues está en nuestras manos. Yo tengo una manera de organizarme desde hace muchos años basada en dos ideas.

Una es que los buenos hábitos me hacen mejor, la segunda es que lo que de verdad conquista mis objetivos son las rutinas que establezco dentro de cada hábito. Ya sabes, los hábitos no solo nos definen como persona, sino que nos terminan moldeando la vida.

Desde mi punto de vista, lo que disfrutamos hoy es producto, en gran parte, de lo que hicimos en el pasado; por lo tanto, lo que disfrutes mañana dependerá de lo que hoy haga para forjarme el futuro.

Siempre he tenido claro que entre un veinte y un treinta por ciento de mis actividades cotidianas tenía que estar dedicado a perseguir aquello que quiero ver mañana.

Si este año quiero tener mi segundo libro publicado, tengo que asignar un tiempo todas las jornadas a escribir.

En Alma Salvaje, Wild en inglés, se pueden aplicar varias lecciones de esta conferencia.

Una. La protagonista ha estado ocupando su tiempo de mala manera, nunca hacia su verdadero destino. Productividad cero.

Dos. El hecho de adentrarse en la naturaleza, sin tener un hábito y una rutina, y menos aún constancia, no es el camino correcto.

Y tres. Ahora es cuando tiene claro lo que quiere y va a proteger su tiempo (y su esfuerzo) hacia ese objetivo.

Y te adelanto que lo consiguió, solo tienes que revisar en Google la historia de la protagonista.

Ahora bien.

¿Tú tienes claro lo que quieres?


Esto es todo.
Te volveré a escribir
Fernando Camacho


Por cada minuto dedicado a la organización, se gana una hora.
Benjamin Franklin, político americano

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