Historias que inspiran y enseñan, que puedes ad@ptar o dejar que reposen en tu intelecto
Al reflexionar sobre mi impulso para escribir un email diario sobre aventura y naturaleza, siempre utilizo los mismos
argumentos.
√ Voy a aprender mucho. √ Voy a mejorar mi forma de escribir. √ Voy a probar y ver qué pasa. √ Voy a tal, cual y pascual.
Pues nada.
Todo eso es mentira.
No en cuanto a mi idea de valorar si escribir un email diario. Me refiero a los argumentos.
Me doy cuenta de que mis motivaciones van más allá del deseo de aprender y mejorar mi escritura.
Al igual que un padre escribe cartas a su hijo recién nacido, mis correos diarios son cartas de amor a la naturaleza y a la aventura, diseñadas para compartir no solo conocimiento y experiencias, sino también para forjar una conexión profunda contigo, inspirando siempre a explorar, salir ahí fuera y proteger nuestro mundo natural.
La verdadera motivación, al igual que el ganadero que lleva una vaca a un concurso, aunque a la vaca le
dé igual, es uno de los deseos más profundos de todo humano.
Un deseo innato que tú, yo y el ganadero compartimos.
Algo que nadie dice, pero que a todos nos inunda.
Freud lo llamó “the desire to be great”:
El deseo de ser apreciado por nuestros similares, de reconocimiento, de sentirnos importantes, de tener su atención.
Y esto nos pasa en todo lo que hacemos en la vida.
Aun sin darnos cuenta.
Da igual que te guste o no la naturaleza, te relaje elaborar recetas de cocina o tu deseo sea la llamada de ser padre/madre de una criatura.
Da igual.
No se
escapa a ello.
Por cierto,
Hablando de niños.
A los padres… esto os puede interesar (y a los que no, puede que también)
Nadie va diciendo por la calle “quiero sentirme importante”. Sin embargo, en las conversaciones nadie escucha esperando turno para soltar su opinión.
Por no hablar de lo que somos capaces de hacer por el subidón de los likes.
Nuestras vidas son un ejemplo constante de esa demanda de atención.
Y qué decir de un crío, necesita la máxima atención. La demanda constantemente. Y los padres se la tienen que ofrecer. Es ley de vida. Y de un ser humano.
Pues
bien. Mario escribe emails diarios muy cortitos con historias, reflexiones y consejos sobre la vida.
Son escritas de un padre a su hijo recién nacido en forma de cartas. Son lecciones aprendidas a base de meter la pata. Como me pasa a mí en la Adventureletter.
No para evitar que te equivoques ojo, ¡eso es imposible! sino para que, en vez de necesitar tropezar 100 veces, necesites menos.
Y son para interiorizarlas, es decir, las tienes que adaptar a ti.
Como digo siempre, para hurgar en tu intelecto.
Vale.
Pues aunque la newsletter de Mario y la mía parten de premisas diferentes, ambas buscan enriquecer la vida de nuestros lectores, ofreciéndoles una perspectiva única sobre el mundo.
Te invito a sumergirte en las historias y lecciones que comparte.
Esto es todo. Te volveré a escribir
Fernando Camacho
P.D.1 Si te gusta el email de hoy, a Mario y a mí nos harás felices.
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