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| La AdventureLetter 113|

Historias que inspiran y enseñan
LA FOTO DEL DÍA
La cultura popular brasileña nos regala este reflexivo cuento:

Una mañana de verano, en un precioso puerto pesquero, un empresario que disfrutaba de sus merecidas vacaciones caminaba por la orilla de la playa cuando se quedó algo sorprendido al ver salir a un modesto pescador en una barca muy pequeña.

Le sorprendió porque, aunque la barca era pequeña, tenía una cantidad enorme de peces recién pescados repartidos en diferentes cubos.

El empresario, sorprendido por lo que estaba viendo, le preguntó:

—Óigame, ¡usted tiene mucha maña! ¡Parece un pescador muy bueno! Usted solo, y con esta pequeña barca, ha atrapado muchos peces. ¿Cuánto tiempo dedica a su profesión?

El pescador respondió:

—Pues mire usted, yo la verdad es que nunca me levanto antes de las ocho y media de la mañana. Desayuno con mis hijos y mi mujer, acompaño a mi familia al cole y al trabajo, luego voy tranquilamente leyendo el periódico hasta el puerto, donde embarco. Estoy una hora u hora y media, como mucho, y vuelvo con lo que necesito, ni más ni menos. Luego, voy a preparar la comida a casa, y paso la tarde tranquilamente disfrutando de mi soledad, hasta que vienen mis hijos y mi mujer y entonces lo pasamos bien juntos: los ayudo con los deberes, nos vamos de paseo, jugamos… Algunas tardes las paso con mis amigos tocando la guitarra.

—¿Entonces me dice que en solo una hora ha conseguido todo esto? ¡Entonces usted es un pescador extraordinario! ¿Ha pensado en dedicarle más horas al día?

—¿Para qué?

—Pues porque si invierte más tiempo en pescar, ocho horas, por ejemplo, usted tendría ocho veces más capturas, ¡y así, más dinero!

—¿Para qué?

—Pues con más dinero usted podría reinvertir en una barca más grande, o incluso contratar a pescadores para que salgan a faenar con usted, y así tener más capturas.

—¿Para qué?

—Pues con este incremento de facturación, ¡su beneficio neto sería seguro envidiable! Su cash flow sería el propicio para llegar a tener una pequeña flota de barcos, y así, hacer crecer una empresa de pesqueros que le harían a usted muy muy rico.

—¿Para qué?

—Pero ¿no lo entiende? Con este pequeño imperio de pesca, usted solo se tendría que preocupar de gestionarlo todo. Usted tendría todo el tiempo del mundo para hacer lo que le venga en gana. No tendría que madrugar nunca más, podría desayunar cada día con su familia, podría acompañar a los niños al cole, jugar con ellos por la tarde, tocar la guitarra con sus amigos…».

El pescador, después de escuchar al empresario con atención, le contestó:

Ya entiendo lo que me dice, tendría que hacer todo lo que me dice para poder vivir como ya vivo, ¿no?

.....
.....
.....


Y ahora la película.

Porque este cuento me recuerda mucho a los hechos reales acaecidos en la película Hacia rutas salvajes, sin hacer demasiado spoiler lo explico en este artícul.

Uno de los mensajes que se desprenden de "Into the Wild" es que más allá de la ambición humana, esta tiene que estar alineada con lo que somos, lo que significamos y lo que nos hace felices.

Mira.

Hay una cita tremendamente impactante de Frank Kafka, autor del libro El hombre en busca de sentido, que dice:


«Empieza de una vez a ser quien eres, en vez de calcular quien serás».


Estamos de vuelta con el concepto de la identidad, con ese trabajo introspectivo que todos debemos hacer para encontrarnos, reconocernos y descubrir todo nuestro potencial.

Pero como tantas veces en la vida, en el equilibrio está la virtud, y en la conciencia de ser quienes somos, qué nos mueve y por qué hacemos lo que hacemos.

No se trata de renunciar a nada, se trata de evitar complicarnos la vida con aquello que de verdad no merezca la pena, que de verdad no nos importe.

Vivimos en una sociedad en la que importa demasiado lo económico y lo social, y esto a veces nos confunde el orden de importancia de las cosas.

NO ES LO MISMO estar orientados a objetivos que estar orientados a nuestros objetivos; en definitiva, ser felices porque lo que hacemos nos hace felices.


Ya sabes lo que decía William James:

«El pájaro no canta porque es feliz, es feliz porque canta».


Y termino con otra cita de Henry Wadsworth Longfellow, poeta americano del siglo XIX.


«La mayoría de las gentes triunfarían en las cosas pequeñas si no estuvieran hostigadas por las grandes ambiciones


Si no has visto la película Into the wild, deberías hacerlo.

Si no has leído mi artículo, deberías hacerlo.
Si ya eres feliz así, no hagas nada.

Por cierto, el libro es otra cosa.

Pero esta será otra historia.


Esto es todo.
Te volveré a escribir
Fernando Camacho
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