Ahora te cuento el porqué.

Antes quiero dejarte unos consejos para llevar mejor el calor en cualquier salida a la naturaleza.

Ya verás como lo notarás.

Pues bien.

¿Por qué a Dolomitas y no ir al monasterio de piedra? ¿O a Disneylandia? ¿O al parque temático de tal sitio que salió ayer en todos los telediarios?

Te lo explico con una historia.

Mira.

El 4 de octubre de 1957, en plena Guerra Fría, Rusia lanzó el Sputnik, el primer satélite capaz de orbitar sobre la tierra.

El mundo estaba flipando, y sus rivales yankis en la carrera espacial, más.

Tú también vas a flipar.

A los pocos días del lanzamiento, dos empleados del laboratorio de física aplicada de los Estados Unidos, en una conversación informal en la cafetería, tuvieron una idea.


Mientras tomaban café con donuts de colores pensaron que el Sputnik tenía que estar enviando algún tipo de señal a la estación rusa y que, por curiosidad, estaría bien escucharla.

Como eran físicos, yankis, y cotillas, en pocas horas habían sintonizado los pitidos que emitía el satélite ruso.


Al principio les pareció gracioso, pero enseguida se dieron cuenta de que había ciertos patrones en los pitidos.

Alguien sugirió que esos patrones podían coincidir con la cercanía del Sputnik a la antena, y ellos, que además de físicos, yankis y cotillas eran bastante espabilados hicieron cálculos.
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En pocos días fueron capaces de ubicar la posición exacta del satélite ruso gracias a la señal que emitía.

Su jefe, que también era bastante espabilado, y yanki, viendo lo que habían conseguido estos dos pollos, tuvo otra idea.

Si con la señal que emite algo en el espacio se puede ubicar desde la tierra, también debería funcionar al revés, ¿no? Si algo emite una señal desde la tierra, lo podremos ubicar desde el espacio.

–¿Qué tal si mandamos unos satélites e intentamos ubicar los submarinos rusos, que tanto dan por culo?

¡Tachán!

Así nació el GPS.

Y por eso ahora navegas feliz con Google Maps, sin tener que girar el mapa de carreteras, gracias a la sucesión de ideas que arrancó comiendo donuts de colores.



El GPS no nació porque un tío sentado en su sillón de pensar dio con la idea de mandar un satélite al espacio a escuchar señales emitidas desde la tierra.

Las ideas nacen por la exposición de unas ideas a otras. Las ideas no nacen aisladas. Nacen porque tú quieres que salgas esas ideas. Esos planes. Esos viajes de aventura. Esas escapadas a la naturaleza.


El gran mito de la creatividad es pensar que necesitamos iluminarnos en un momento eureka. Pero esto no va así.

De sus relaciones nacen nuevas ideas tan grandes como la del GPS. De otra forma es imposible.


A ver.

Piensa.

Si te sientas con una hoja en blanco a esperar un milagro, ¡qué va a pasar! Que a los 10 minutos vas a ponerte una serie y tirarte en el sofá. Lo que hacemos todos si utilizamos la hoja en blanco sin más.

Porque la magia solo sucede por asociación.

Si te pones con una hoja en blanco acabarás en el monasterio de piedra o en Dineylandia o en el parque temático que salió ayer en todos los telediarios. Es lo más fácil.

Y claro, coincidirás con todos los que vieron ese día ese mismo telediario. Que serán muchos. Y ya no sentirás nada especial. Ni te sentirás especial.

Somos cómodos.

Somos así. Beneficio inmediato. Lo que vaya más lejos, procrastinar.

Y no me refiero que ir a ver el monasterio de piedra sea un mal plan. No. Pero que si por asociación y algo de magia, apareciesen los monjes cistercienses con su gps y una copa de balón con hielos, ¡oye!, no me digas que no sería un mejor plan.

De los que no salen en los telediarios.

Ahora, dale unas vueltas y piensa dónde estás y dónde te gustaría estar.
Recuerda que los mejores planes salen porque tú quieres que salgan.

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